LA ALBERCA

Los primeros vestigios de la historia de La Alberca hay que buscarlos en la prehistoria, cuya huella permanece en las pinturas rupestres de la época del neolítico en numerosos canchales y riscos de los valles que rodean a La Alberca: Lera y Las Batuecas.

En la Edad Media, entre los siglos XII y XIII se produjo la repoblación por decisión del rey Alfonso IX. Del flujo de gente que llegó a esta tierra, parte destacada fue la de origen francés a través de D. Raimundo de Borgoña, noble francés casado con doña Urraca, una de las hijas de Alfonso VI. Este origen justificaría la numerosa presencia de topónimos franceses en la Sierra de Francia.

Al final de la Edad Media destaca un hecho de importancia capital para la zona: el hallazgo de la imagen de la Virgen de la Peña de Francia (1434), que convirtió el santuario construido posteriormente en un lugar de peregrinación, al que se unieron los peregrinos del Camino de Santiago que seguían el llamado Camino del Sur por la Calzada de la Plata.

En el siglo XVII la Peña de Francia, con su Virgen Negra, es ya citada por Cervantes en El Quijote; el valle de Las Batuecas es para Lope de Vega el escenario en el que se refugian dos enamorados que huyen de la Corte. Desde entonces La Alberca, con la Peña de Francia y Las Batuecas, han sido un escenario convertido en mito, en leyenda.

Esencia mítica que se mantiene en la actualidad en su arquitectura y su paisaje, en sus gentes y costumbres.

Aunque la casi totalidad de las construcciones de la localidad datan del siglo XVIII según fechas que figuran en los dinteles de las casas, el recuerdo de las pinturas prehistóricas de las cercanas Batuecas y la presencia de un ara romana conservada en la parroquial testimonian su existencia en la Antigüedad, posteriores son el detalle visigodo de la puerta de la ermita de Majadas Viejas, la columna románica reutilizada en una casa de la calle de Los Prados y la propia imagen de Majadas, la bóveda gótica de la capilla mayor de la iglesia parroquial y los pilares de la iglesia anterior, a los que se une la orfebrería del período medieval, todo más que suficiente para acreditar su historia a través del tiempo.

Aparte de la casa gótica que veremos en el Solano Bajero, hay también en la arquitectura civil bastantes apoyos góticos en los soportales de la Plaza en el lado del Ayuntamiento hacia el Chorrito y enfrente  los de la casa  que fue de los Alba. No que hay olvidar que el aislamiento geográfico produce la lenta y a veces muy tardía y rudimentaria adopción de caracteres  constructivos que han llegado hasta nosotros, debiendo recordar que un ramal del Camino de Santiago  venía del sur por Extremadura desde Hervás y seguía por Lagunilla, Valdelageve, Puente Alagón y Sotoserrano,para llegar a La Alberca. El edificio  de la Calleja Cerrada del Hospital, junto a la Plaza era  lugar de descanso para los que seguían a la Peña de Francia, continuando luego  por Morasverdes y Dios le Guarde, verdadera despedida del peregrino.

La villa
A la entrada de la villa encontramos la plaza del Tablado, presidida por una cruz  y columnas  traídas del convento de Nuestra Señora de Gracia en San Martín del Castañar en 1940.

Desde ahí se llega a la Plaza, por la calle del Tablado entre casas con plantas bajas de granito con dinteles que tienen labradas invocaciones religiosas y  salutaciones marianas: [JHS; AVE MARÍA]; acompañadas en algunos casos de la fecha de construcción de la casa, generalmente de los siglos XVIII, XIX y XX.

El urbanismo general de la localidad nos ofrece una agrupación del caserío con plano triangular con base al sur en torno a la iglesia y la plaza, con dos calles principales de norte a sur las de Tablado, el Río y las del Chorrito-Llana, a las que confluyen otras perpendiculares laterales y paralelas entre sí, como las del Llanito y Barrionuevo. Numerosos rincones de gran belleza caracterizan el urbanismo albercano

La Plaza
Ocupa el centro de la localidad con la fuente y crucero del siglo XVIII, en cuyo fuste están labrados los símbolos de la Pasión o “arma Christi” (látigo, tenazas,escalera, esponja, etc.) con efigie del Crucificado por un lado y de la Virgen en el opuesto, trasladado aquí desde el Tablado, en 1940. 

La plaza es de planta rectangular irregular  rodeada de edificaciones de dos, tres o cuatro plantas sobre pies derechos de madera o columnas de  piedra, formando un recinto asoportalado de gran carácter pese a la reconstrucción de algunos edificios, que salvo excepciones han conservado la disposición original. Hay que tener en cuenta la debilidad de los elementos de construcción que obligan a su reposición parcial,cuando no total de las viviendas.

Remodelado el antiguo Hospital de Peregrinos frente al crucero y la fuente, son sin duda la “Casa Ducal” y el Ayuntamiento los dos edificios de más relieve, sin olvidar las antiguas escuelas. 

La “Casa Ducal”
No fue sino la residencia del criado-administrador de las rentas de ducado de Alba, que conserva unas interesantes columnas de fuste prismático de indudable tradición gótica, en las que curiosos capiteles y no menos extrañas inscripciones y relieves, aluden a la Pureza, Murmuración, Sensualidad, Pereza, Gula y otras, reproducidas con indudables intención didáctica. Uno de los capiteles, situado actualmente sobre columna de lado de la calle del Puente, muestra un escudo de labra muy sumaria, que trae ocho puntos
equipolados a siete, que sin duda serían de azur y plata, complementado exteriormente y alrededor con las banderas abatidas del escudo de los Álvarez de Toledo, duques de Alba.

El mismo escudo figura en un ángulo de la torre de la iglesia y en la parte superior del retablo principal.

El edificio está formado por planta baja, cerrada de mampostería tras el soportal y planta alta con galería de madera cubierta con tejado sobre pies derechos también de madera, con zapatas y grandes vigas siguiendo la tradición general de la Plaza.

El Ayuntamiento 
Situado frente a la Casa Ducal, es  de tres plantas, pero los soportales en este caso están  formados por columnas graníticas con basas sobre altos plintos y capiteles toscanos del siglo XVIII con un “medallón”  en el fuste de la central en el que está grabada la fecha de 1774.

En su planta baja estuvo la antigua cárcel, de la que se conserva una fuerte reja cerrando el acceso a una puerta, sobre cuyo dintel hay un azulejo que conserva el rótulo de “Cárcel pública”.

Muchas más casas históricas nos reserva esta bella localidad, que descubrimos por casualidad al ir a repostar nuestro coche, y desviarnos ligeramente de la ruta prevista hacia el valle del Jerte, afortunadamente, la amabilidad del gasolinero, nos indico que valía la pena desviarse hasta La Alberca y tras visitarla, aunque de forma rápida, siguiéramos por la Sierra de Francia hacia nuestro destino, una casualidad que no olvidaré en muchos años, y un punto de parada que recomiendo a los que crucen de Ciudad Rodrigo tierras extremeñas.

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